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Crónica de una excursión a Las Minas, el Tolmo y Liétor en 1935

En el número 3 revista Instituto, publicación mensual educativa elaborada por los estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza de Albacete, publicada el 25 de mayo de 1935, aparecía la crónica de una excursión que realizaron lugar el 12 de mayo por tierras de Hellín y Liétor, visitando Las Minas, Agramón, el Tolmo de Minateda, el pantano de Talave y, finalmente, Liétor.


Ya en el número 1 (23 de abril de 1935) se publicaba otra crónica, aunque menos detallada, de una excursión similar que se había realizado el 31 de marzo.

DESCARGAR: Instituto, núm. 1, 23 de abril de 1935 | Instituto, núm. 3, 25 de mayo de 1935

En dos autobuses salimos, 79 alumnos acom­pañados de dos señores Catedráticos y del Conser­je del Instituto a las seis y media de la mañana, sin detenernos en el camino pasamos por Pozo­ Cañada, Tobarra, Hellín, Minateda. y Agramón; y al llegar a la divisoria de las cuencas de los ríos Mundo y Segura, a eso de las nueve menos cuarto, nos detuvimos para desayunar y descan­sar un poco. Los que somos de la ciudad de Al­bacete fuimos admirando el cambio del aspecto del campo, especialmente las vegas de Tobarra y Hellín, con sus palmeras, sus huertas y árboles frutales tan adelantados. y con los sem­brados de cáñamo: aumentó nuestra curiosidad desde Minateda a Agramón viendo los campos sembrados de arroz cubiertos de agua. corriente; y comprendimos la bendición que es el agua para el campo, corría por la izquierda paralelo al camino un regato y mientras ese lado lucía hermo­sa vegetación, al lado derecho era mísera.

Aprovechó el descanso el Catedrático D. Ma­nuel Berraondo para explicarnos el objeto de la visita a las Minas, y nos indicó el mecanismo probable de la formación de los depósitos de azufre de este coto minero. Primero nos hizo obser­var la disposición que presentan las capas del terreno o estratos en dicha divisoria, y vimos que en el mismo punto en que nos detuvimos, los estratos estaban inclinados mirando para la cuenca del Mundo en toda la parte de la subida que acabábamos de hacer, y por la otra parte por donde íbamos a descender hacia Minas, los estratos estaban inclinados hacia la cuenca del Segura, y en la cima donde estábamos formaban un ángulo como el vértice de las vertientes de un tejado. Todo ello muestra claramente un pliegue que se formó en el suelo constituyendo las dos cuencas en esa parte, próxima a la confluencia de dichos ríos.

Nos dijo que bahía dos modos principales de formación del azufre: formación volcánica y formación por sedimentación. Que este coto, juz­gando por la forma en que se presenta, corresponde a esta segunda clase pues el azufre se encontraba mezclado con margas y abundantes yesos fibrosos y laminares e indicios de sílice en forma de nódulos de pedernal y láminas de ópalo, semejante a los que se encuentran en los depósi­tos de trípoli de la mina do Covatillas (Hellín).

En la época de la formación de estos depósitos, las dos cuencas del Mundo y del Segura, en esta proximidad de su confluencia, estaban formando una gran laguna en cuyo fondo se iban descomponiendo grandes cantidades de materias orgánicas, y el agua estaba cargada de sulfato, principalmente de yeso. que la putrefacción de la materia orgánica dió lugar a desprendimiento de ácido sulfhídrico y que los sulfatos perdían su oxígeno por la acción de bacterias que lo necesitaban para su respiración desprendiéndose más ácido sulfhídrico.

Este ácido sulfhídrico era el origen del azufre sedimentario, en parte porque al llegar a la superficie se oxidaba y se convertía en agua y azufre, y en parte también porque otras curiosas bacterias le toman como alimento para obtener energía fijando su azufre.

Después de esta época de formación sobrevinieron los movimientos orogénicos que separaron los dos cauces, y desecóse la laguna, quedando en la parte de la cuenca del Segura la zona más rica en azufre.

Terminada la explicación paseamos por un cerro y por la bifurcación del camino, por el que va al pantano en construcción de Camarillas: nos pasaron lista… y a los autos hacia Minas.

Continuamos la marcha descendiendo hasta llegar al primer pozo, donde bajarnos de los au­tobuses, y nos acercamos con orden al pozo para calcular su profundidad deduciéndolo del tiempo que tardaba en caer una piedra, y nos resultó de unos 45 metros. Vimos el mecanismo del ascen­sor para sacar la carretilla del mineral de la galería del fondo del pozo. A continuación nos fijamos en los hornos de primera fusión, y en el azufre que en ellos se obtiene. Los hornos son construcciones cilíndricas de unos seis metros de altura, por unos dos de diámetro, cerrados con una cúpula achatada; por la parte posterior tienen una puerta poda que se carga del mineral, y después se tapia, y en el fondo hay un reborde para poner el fuego. que además tiene un registro o caldera por el frente, lado por donde sale una canaleta por la que discurre el azufre mezclado con barro lo que hace que el líquido sea negruzco, y después se solidifica en gamellas de madera que dan a los panes la forma de troncos de pirámides rectangulares. Hay unos 44 hornos de 1.ª fusión: no funcionan todos a la vez, sino que alternan pues la fusión de cada horno tarda en realizarse de 12 a 14 días. Frente a estos primeros hornos, D. Manuel nos hizo una fotografía, después seguimos recorriendo el coto minero recogiendo muestras de minerales, especialmente de yeso. —­Pasamos por un campo de balompié y por frente al Cine Minero, y nos alineamos y numeremos para desfilar guiados por el Sr. Jefe de la Explotación Minera, el amabilísimo Sr. Galindo, (a quien desde aquí le enviamos el testimonio de nuestra gratitud); y fuimos a los hornos de refinado, a los molinos y a la cámara de obtención del azufre en flor.

D. Manuel Berraondo nos fué explicando cómo a los hornos de retinado se llevan los panes de la primera fusión: aquí se liquidan y el barro se va al fondo de donde lo extraen con unas paletas, y el líquido claro sale al exterior por unas cana­letas, y si se solidifica en conos de madera se le llama azufre en canutillo, y si es en gamellas, tortas o panes, todo ya do color amarillo hermoso.

Esos panes y el azufre terrón, así como otros restos los pasan al molino, donde una parte es triturada y molida, (tipo corriente) y otra parte mediante unos corno ventiladores pasa finamente pulverizado a una cámara o sala grande fría, en la que el polvillo cae al suelo y se empaqueta en sacos (tipo superior). Estas minas exportan unas quince toneladas de azufre diariamente.­—

Otras tortas del refinado se destinan a fábricas de azufre en flor. Para ello nos explicó D. Manuel el mecanismo: un horno potente, una gran retorta donde el azufre se liquida y vaporiza, y el azufre así volatilizado desemboca en una gran cámara herméticamente cerrada, de temperatura fría, donde los vapores de azufre se convierten en un polvillo finísimo, y purísimo, que es el azufre en flor; y que cuando se calcula que ya no hay más vapor, se abre la cámara y se recoge y empaqueta el polvillo que hay en el suelo y en las paredes.

Al pié de las dos bocas por donde desemboca el vapor, se deposita el azufre llamado de terrón.

Se da por terminada esta visita, y paseamos por el pueblo, observando la construcción de las casas obreras con escalera exterior y descubierta, y con tejados de filas de tejas en sentido cóncavo todas. Oteamos la confluencia del Mundo y el Segura en Minas. Montamos en los autos, y desandando el camino hecho llegamos al puente sobre el Mundo, próximo a Agramón, donde comemos sentados en las frondosas márgenes del río, y pasamos una hora en animados juegos.

Continuando la excursión, al pasar por Minateda, se hace un alto para mostrarnos el abrigo en el que se encuentran las pinturas rupestres, y D. Manuel nos dice que no nos deja subir porque somos pequeños.

En las afueras de Minateda, y casi en la unión de la carretera de Murcia con la de Minas se levanta el cerro llamado el Tolmo. A él subimos guiados por nuestro querido Catedrático D. Demetrio Nalda, y después de mil fatigas por las acequias que saltar y lo abrupto de la subida por las rocas. Desde arriba se divisaba un panorama hermosísimo. En aquella cima plana, hallamos abiertos en la roca unas aberturas grandes que debieron ser silos y algibes, y más chicas que fueron enterramientos de urnas cinerarias. Sentados en los muros que de piedras bien aco­pladas en hilera. paralelas. talladas por la parte interior y sin desbastar en lo exterior de aquellos muros, rellenos los espacios con piedra. más chicas y sin cal ó yeso. D. Demetrio nos dió una conferencia acerca de aquella acrópolis ibérica, donde podíamos apreciar restos de un templo, una calle, y de necrópolis y fortaleza. De allí se había traído a Albacete al Museo una interesantísima cabeza de ealiza, y nos hizo que recogiéramos de los abundantes restos de cerámica desmenuzada que tanto en la cima como en las laderas había de todos los tipos de barro y hasta nódulos pedernal y algunas puntas de lanzas talladas en sílice. Nos llenamos los bolsillos para conservarlos como recuerdos de nuestros antepasados de hace tantos miles de años.—Sentados en aquel rectángulo de unos 12 m. de largo y en aquella piedra grande labrada que en la parte que mira a sallente estaba en medio, equidistando de los muros, nos habló de la prehistoria y de la protohistoria reflejados en aquella región: a la izquierda y bien próxima estaba la sierra de Jumilla y en uno de aquellos picos, que nos indicó estaba Coimbra; a la derecha Minateda con sus pinturas rupestres y en los olivares a nuestros pies una necrópolis íbero-­romana. Probablemente estábamos sobre una es­tación como debió ser el Cerro de los Santos en Montealegre, donde también cerca hay pinturas rupestres y allí un templo, y no lejos fortalezas como el Villar entre Bonete y Corral Rubio, los Castillares al N. O. de Bonete, y los Altos de Carcelén y Las Grajas en la sierra de Carcelén. Y Alpera con Meca.

Con atención oímos la vida de aquellos hombres primitivos, sus costumbres funerarias con los banquetes y sus urnas u orzas donde reco­gían las cenizas del cadáver, las ofrendas, etc.

Después descendimos guiados por dos muchacho• de aquellos alrededores. quienes nos llevaron por una escalera de piedra tallada en la misma roca, y que sube al Tolmo por la. parte de poniente en tramo, bien combinado, que podían ser defendidos.

En el descanso a los que íbamos coa él nos habló D. Demetrio de la Bicha de Balazote, de la esfinge del Salobral , del Pegaso de Bonete. del Cerro de loa Santos y Llano de la Consolación, y de si bien pudo Albacete estar en la época ibero­-romana en el Salobral. Y para ·más deta­lles que les preguntáramos a nuestros Catedrático y Profesor de Historia D. Pedro Casciaro y Don Joaquín Sánchez enseñándoles lo que habíamos recogido.

Con gusto,­ —y no sin aceptar la hospitalidad del agua que nos ofrecieron en algunas casas—volvimos a emprender la marcha en los autos, camino de Talave, volviendo a pasar a toda marcha por Hellín.

De la llanura nos trasladamos a las montañas y ¡qué panoramas más precioso, los de aquellos montes y alturas! Al fin llegamos al pantano, donde nos atendieron muy bien, mostrándonos las galerías en el muro, los jardines, las com­puertas de 4 toneladas, los tubos de desagüe de 75 m.³ por segundo, etc.—¡Muchas gracias a todos los empleados! —­¡Qué bonito el renacimiento del río Segura por aquellos brazos! Muchos mi­llones de metros cúbicos caben en el pantano para llevar vida a tantos pueblos.

Continuamos valle adelante y montañas arriba hasta Liétor, y ¡vaya cómo serpetea la carretera para bajar al pueblo, lo menos seis vueltas dobles da en 500 m. en recta diagonal! Breve parada en Liétor, admiramos sus huertas y los muros de contención para disputar el terreno laborable al monte: ¡ah… y salían de las lglesias las jóvenes con flores en el pelo y sus mantillas, y… al baile que las esperaban según nos dijeron! ­Nuestro paso por el pueblo fué algo histórico, pues creían que no cabrían los autobuses por sus calles pero debido a la pericia de los «conductores» y llevando vacío los coches lograrnos pasar. ¡A ver si el Ayuntamiento ensancha la calle, y así irán muchos turistas, porque es pueblo simpático!

Y en medio de una llovizna, emprendimos, can­tando, el regreso a Albscete, pasando sin detenernos por pueblos y aldeas; contemplando hasta siete filas de montes seguidos y cada vez más elevados y después la llanura parda de la Mancha. Y a propósito. pasamos por Orán y Bugía: ¿qué tienen que ver con África?

Minutos antes de las ocho de la noche, descendíamos en Albacete para irnos a casita con un recuerdo imborrable de tan famosa excursión.

(Reseña hecha con la colaboración de los de segundo curso; Felipe Berrio, Juan Rubio, Santiago Perona, Julián Sánchez Navarro, y de tercer curso Concha Fresno.)

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Se advierte a los alumnos que asistieron a la excursión, del domingo 12 de mayo, que habiendo sobrado cierta can­tidad, la recojan en la Redacción y ad­ministración de este periódico, entendiéndose que renuncian a dicha cantidad en beneficio del periódico, si no lo recojan antes del día 1. º de Junio, siendo este plazo improrrogable.