No es una coincidencia que el Invierno Nuclear (el oscurecimiento de la Tierra durante 23 horas al día) haya creado un ambiente casi perfecto para los vampiros. Ellos han ganado, tienen el control del planeta y los humanos han sido dominados y encerrados en campos de concentración donde, criados como animales, son alimentados y «cosechados» para el mantenimiento y placer del Master. Una red desorganizada de humanos libres, entre ellos Eph, Zack, Vassily y Gus, continúa una desesperada resistencia, interrumpiendo el nuevo orden del mundo y batallando contra los Señores Vampiros en todas las ocasiones posibles. Para ganar, tendrán que confiar en la intervención de una inesperada raza de seres (quienes otorgan un nuevo sentido a la frase «ángeles y ministros de la gracia, defiéndannos»), que organizarán a los humanos para la última batalla: la que recupere y rehabilite el planeta para toda la humanidad .
Final de la Trilogía de la Oscuridad, la aventura comenzada con Nocturna llega a su fin y lo hace en el mismo tono que al inicio. Poco ha variado desde el comienzo en el tono y en las maneras, sólo la concepción de la novela mantiene todo el entramado. Si alguien no ha leído anteriores libros podrá abordar sin rubor la lectura presente puesto que cada parte, y eso es un mérito más complicado de lo que pudiera parecer, es autónoma por sí misma.
Tratar de vampiros, y más en los tiempos que corren, y ser novedoso tiene un incuestionable mérito. Los vampiros que aparecen en este libro no son amanerados, ni suaves en sus formas, no son adolescentes ni tampoco atractivos, son seres muy diferentes y en esa diferencia y en esa esencia que contienen asombran y gustan a partes iguales