Manuel Guijarro editó Las mujeres españolas, portuguesas y americanas entre 1872 y 1876, situándose en la tradición de las colecciones costumbristas de finales del siglo XIX en las que se describen tipos populares y actitudes, comportamientos, valores y hábitos comunes de las mujeres de cada una de las provincias de España, Portugal y Américas españolas. En ella colaboraron los principales escritores y pintores de la época, prologados por Cánovas del Castillo.
La redacción del capítulo dedicado a La mujer de Albacete corría a cargo de Francisco Pérez Echevarría. Tras una somera descripción de la geografía de la provincia y de una particular visión de la mujer según la Poesía, la Filosofía o las Sagradas Escrituras nada menos, se intenta establecer un perfil tipo con frases como «el socialismo no ha herido todavía las fibras delicadas de las mujeres de Albacete» o «las mujeres de Albacete no comprenden las deliciosas ventajas de la poligamia, de la promiscuidad y del mormonismo». Prosigue el autor afirmando que «en las mujeres de Albacete no hay travesura, no hay gracejo, no hay locuacidad; en una palabra, la mujer de Albacete no tiene esa volubilidad y estudiado coquetismo, tan propio de las ardientes morenas del Mediodía».
A continuación el autor hace un inciso para hablar de las peculiaridades de las hellineras:
Y aquí vamos á hacer alto para ocuparnos del tipo de mujer más saliente que tiene la Provincia de Albacete. Nos referimos á la hellinera.
Hellín es uno de los partidos judiciales y administrativos de la Provincia, con campo feraz, minas de azufre, aguas termales y salinas. Es un pueblo rico y animado, al que prestan mayor realce la belleza y donosura de sus mujeres.
Seguimos hablando de las mujeres del pueblo, pues ya hemos dicho que en la clase acomodada no hay diferencias que las distingan entre sí.
La hellinera, generalmente, es de belleza más acabada, de facciones más animadas, de ojos más vivos, de imaginación más penetrante, de alma más apasionada que el resto de las mujeres de la Provincia de Albacete.
Su atavío es vistoso y halagador. Su traje de gala se diferencia de los demás trajes de la Provincia. Compónese de mantilla de raso ó sarga con cinta ancha de terciopelo, pendientes ó arracadas grandes de oro ó plata, corpiño de terciopelo ó seda bordado, pañuelo, saya de lana, también guarnecida, media blanca y zapato descotado. El peinado se reduce á dos trenzas recogidas en las sienes y una ancha castaña brillante y abierta, que casi descansa en la espalda. El efecto que producen las hellineras engalanadas de esta suerte no puede ser más agradable, principalmente en días de regocijo popular ó en las corridas de toros. Los brillantes colores de su traje forman armonioso contraste con el vivo carmín de sus mejillas, y la vida y la animación y el placer, brotan poderosos de sus rasgados ojos negros ó garzos. Las mujeres de Hellin, lo repetimos, son las únicas que tienen fisonomía propia en la Provincia de Albacete. Su tipo se confunde con el murciano: y si alguna diferencia existe, es que la hellinera conserva con más pureza los rasgos especiales de la raza árabe.
Acompaña a esta descripción una lámina con dibujo de Manuel Castellano litografiado por P. Serrallonga.
FUENTE: Hispana